Cor anteâ mentis  

Publicado por Berna!

En cualquier decisión que uno toma, aún sin saber que lo está haciendo, el equilibrio es el resultado final que uno busca. Ya sea un equilibrio contra un mal, contra el pasado o contra alguna experiencia, uno trata de encontrar, en su decisión, los extremos de la probabilidad, consiguiendo ver el todo de la situación, y elegir la situación que le de mas equilibrio.
Pero todo esto tiene un problema. Está la decisión del desequilibrio; algo que vaya más allá, que termine en alguna situación que obligue a luchar por el equilibrio, no a obtenerlo. El camino difícil, pero no por eso menos gratificante.
Este precepto se aplica a todo. Desde lo que quiere hasta lo que siente, el que vea en el desequilibrio su complemento, puede sentirse tan dichoso como descontento. Las inmensas alegrías del sentirse dueño del destino de cada uno es el mayor consuelo para poder sobrellevar los problemas de todos los días; el fallar, sin embargo, se puede tornar intolerable. Dado que más de uno confunde lo que quiere con una globalización unipersonal, en la que busca que todo sea como él, falla continuamente y se frustra por esto; sin embargo, no deja su objetivo, porque ve en él un fin último que lo pondría más allá de todo lo que él mismo pudo imaginar.
Ahí está la otra gran parte de la toma de desiciones: La imaginación. Uno, cuando decide algo, imagina (de manera consiente o inconsiente) lo que va a pasar a raíz de esa decisión. Así, la imaginación se convierte en un pilar fundamental en la toma de decisiones, ya que es la única cosa, junto con el miedo, que nos puede llegar a impedir que hagamos algo por las consecuencias, sean estas reales o imaginarias.
Ahora, hay una excepción. El corazón, siempre tan rebelde pero no por eso menos acertado, le escapa al miedo, toma la decisión sin consultar a nadie y maneja como quiere a la imaginación. Es, según el cristal conque se lo mire, el único límite real que uno tiene. El amor como sentimiento, como fin, como un todo; en él y para él tomamos las desiciones que él quiere, sin que lo sepamos, porque todo aquel que diga que maneja a su corazón miente. El corazón es todo; pero a su vez, el todo es la suma de las partes, siempre que éstas se ignoren entre si. De la única manera que el corazón puede funcionar es ignorando a las demás partes, a las demás situaciones, e imponiéndose como única razón y motivo para decidir.
En el triángulo del conocimiento (Intelecto - Raciocinio - Sentimientos), todas las partes están conectadas y son interdependientes, pero son las inteligencias sentimentales/emocionales las que priman, dado de delimitan a las otras dos, porque las ignoran. No importa qué crea saber uno ni cuanto lo piense: si el corazón lo quiere, hará lo imposible por conseguirlo. Y aún si no lo consigue, ignorará cualquier obstáculo para volver a convencernos de que lo que él quiere es lo único que importa. Tal vez no lo sea, pero no hay nada que pueda hacerse; es mejor entregarse a ese deseo desenfrenado e inexplicable y vivirlo antes que tratar de entenderlo.

This entry was posted on miércoles, agosto 12, 2009 and is filed under , , , . You can leave a response and follow any responses to this entry through the Suscribirse a: Enviar comentarios (Atom) .

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